sábado, 3 de julio de 2010

El oficio de tinieblas.

Es una ceremonia litúrgica que tras la reforma del Concilio Vaticano II casi ha dejado de tener, quedando relegado a comunidades religiosas muy concretas. Se solía celebrar el Miércoles Santo por la tarde y consiste en el rezo de la liturgia de las horas unificado por los sacerdote para el Jueves y Viernes a la caída de la tarde del Miércoles Santo.

Si en laVigilia Pascual, todas las luces inicialmente está apagadas simbolizando que Cristo todavía esta muerto en espera de encenderse para simbolizar su Resurrección, en el Oficio de Tinieblas ocurre al revés. Las luces de la iglesia quedan totalmente apagadas simbolizando su pronta muerte representada a través del tenebrario. Es un candelero de quince cirios amarillentos (color tiniebla) que solía situarse sobre el altar simbolizando los apóstoles (salvo judas), las tres marías (María Salomé, la de Cleofás y María Magdalena) y la Virgen (representada en un cirio más destacado que los demás). Durante el oficio se van recitando salmos penitenciales tras los que se va apagando uno por uno cada cirio del tenebrario, anunciando consigo la muerte de Cristo (Pues los Apóstoles le fueron abandonando.) El interior de la iglesia va quedando cada vez más en tinieblas, de ahí que se llame así este oficio. Se recitan todas las características de las exequias, antífonas, salmos y responsorios fúnebres omitiendo todo tipo de doxología, con el altar desnudo, las imágenes cubiertas y sin ningún tipo de acompañamiento musical.

Cuando se llega al último cirio, se canta el salmo penitencial por antonomasía que es el conocido salmo Miserere o 50 del que reproducimos en castellano y en latín:

MISERERE

PSALMUS 51 (50)
1 Magistro chori. PSALMUS. David,
2 cum venit ad eum Nathan propheta,
postquam cum Bethsabee peccavit.
3 Miserere mei, Deus, secundum misericordiam tuam;
et secundum multitudinem miserationum tuarum
dele iniquitatem meam.
4 Amplius lava me ab iniquitate mea
et a peccato meo munda me.
5 Quoniam iniquitatem meam ego cognosco,
et peccatum meum contra me est semper.
6 Tibi, tibi soli peccavi et malum coram te feci,
ut iustus inveniaris in sententia tua et aequus in iudicio tuo.
7 Ecce enim in iniquitate generatus sum,
et in peccato concepit me mater mea.
8 Ecce enim veritatem in corde dilexisti
et in occulto sapientiam manifestasti mihi.
9 Asperges me hyssopo, et mundabor;
lavabis me, et super nivem dealbabor.
10 Audire me facies gaudium et laetitiam,
et exsultabunt ossa, quae contrivisti.
11 Averte faciem tuam a peccatis meis
et omnes iniquitates meas dele.
12 Cor mundum crea in me, Deus,
et spiritum firmum innova in visceribus meis.
13 Ne proicias me a facie tua
et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.
14 Redde mihi laetitiam salutaris tui
et spiritu promptissimo confirma me.
15 Docebo iniquos vias tuas,
et impii ad te convertentur.
16 Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae,
et exsultabit lingua mea iustitiam tuam.
17 Domine, labia mea aperies,
et os meum annuntiabit laudem tuam.
18 Non enim sacrificio delectaris;
holocaustum, si offeram, non placebit.
19 Sacrificium Deo spiritus contribulatus;
cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies.
20 Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion,
ut aedificentur muri Ierusalem.
21 Tunc acceptabis sacrificium iustitiae, oblationes et holocausta;
tunc imponent super altare tuum vitulos.

SALMO 51

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

2 Cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé.

3 ¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,

por tu gran compasión, borra mis faltas!

4 ¡Lávame totalmente de mi culpa

y purifícame de mi pecado!

5 Porque yo reconozco mis faltas

y mi pecado está siempre ante mí.

6 Contra ti, contra ti solo pequé

e hice lo que es malo a tus ojos.

Por eso, será justa tu sentencia

y tu juicio será irreprochable;

7 yo soy culpable desde que nací;

pecador me concibió mi madre.

8 Tú amas la sinceridad del corazón

y me enseñas la sabiduría en mi interior.

9 Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;

lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

10 Anúnciame el gozo y la alegría:

que se alegren los huesos quebrantados.

11 Aparta tu vista de mis pecados

y borra todas mis culpas.

12 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,

y renueva la firmeza de mi espíritu.

13 No me arrojes lejos de tu presencia

ni retires de mí tu santo espíritu.

14 Devuélveme la alegría de tu salvación,

que tu espíritu generoso me sostenga:

15 yo enseñaré tu camino a los impíos

y los pecadores volverán a ti.

16 ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,

y mi lengua anunciará tu justicia!

17 Abre mis labios, Señor,

y mi boca proclamará tu alabanza.

18 Los sacrificios no te satisfacen;

si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:

19 mi sacrificio es un espíritu contrito,

tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

20 Trata bien a Sión por tu bondad;

reconstruye los muros de Jerusalén,

21 Entonces aceptarás los sacrificios rituales

–las oblaciones y los holocaustos–

y se ofrecerán novillos en tu altar.

Tras recitar este salmo, el último cirio se oculta en la parte posterior del altar simbolizando la entrada del Señor en la sepultura y dejando el interior del templo en absoluta oscuridad. Y en este ambiente, los sacerdotes así como los fieles, producían ruidos de carracas y matracas para simbolizar cuando el velo del templo se rasgó tras la muerte del Señor, pues "hasta las piedras hablaron." Concluido el rito, no existe ni bendición ni despedida.

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